Junto a la comunidad de Aysén en esta hora delicada
1. Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile hemos seguido con interés y gran preocupación los hechos que se están viviendo en la región de Aysén, a propósito de la formulación de demandas sociales que la Iglesia conoce bien desde su presencia misionera en el Vicariato Apostólico y sus organismos de reflexión y servicio.
2. Los planteamientos del movimiento social no son ajenos a la Iglesia local, y tampoco a la Iglesia del país. En efecto, “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1). Nos parece que el esfuerzo por promover una conciencia compartida de las demandas de las regiones extremas es altamente valorable. No podemos permanecer indiferentes ante el clamor de comunidades que se sienten postergadas, desoídas e incluso ignoradas.
3. Apreciamos el esfuerzo que desde las organizaciones sociales y de las autoridades del Gobierno se ha impulsado para establecer una mesa de diálogo en que se busque con generosidad un entendimiento. Conocemos también las complejas dificultades para lograrlo. Nos duele y preocupa que la violencia en el accionar y en el discurso termine torpedeando los acuerdos, contra la voluntad mayoritaria de buscar soluciones reales en un clima de paz y respeto.
4. A todas las personas e instituciones directa e indirectamente involucradas en este conflicto, les pedimos con toda nuestra fuerza desplegar sus mayores esfuerzos para evitar la violencia. Cuando se anteponen al diálogo la presión ilegítima, las amenazas e intransigencias, la fuerza desplaza a la razón y es la comunidad en su conjunto la principal perdedora.
5. Que el Dios de la Paz derrame su Espíritu para iluminar a los protagonistas de esta hora delicada, por el bien de toda la comunidad, especialmente por los más pobres y vulnerables.
6. Nos unimos a la plegaria del Obispo de Aysén: “Que Santa María, discípula de Jesús, madre de Aysén, señora de la paz, Virgen orante, estrella de justicia y de paz, nos acompañe por los caminos de una vida fecunda y santa, asumiendo la muerte y resurrección de Cristo, vivo y presente, hoy, en medio de su pueblo”.
† Ricardo Ezzati Andrello
Arzobispo de Santiago
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
Santiago, 16 de marzo de 2012.